Con 'Somos raíces' Metrópolis se adentra en el arte visionario de Santiago Yahuarcani y Nereyda López

- La exposición ‘Somos raíces’ entreteje memoria, mito y resistencia desde la Amazonía peruana
- ‘Metrópolis’ recorre esta muestra el lunes 14 de julio a partir de la 1:30 h en La 2


Dicen los antiguos relatos uitoto que Fídoma fue el primer niño pintor. Con raíces, frutos y hojas creó los primeros pigmentos y pintó la selva para no olvidar. Hoy, esa leyenda sigue viva gracias al trabajo de Santiago Yahuarcani y Nereyda López, artistas indígenas peruanos. Su obra, profundamente anclada en los saberes ancestrales, protagoniza el último capítulo de la temporada de ‘Metrópolis’. El programa está dedicado a la exposición ‘Somos raíces’, que puede visitarse hasta el 14 de septiembre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Santiago Yahuarcani explica la obra Santo Remedio de Shanti (2025) en la muestra 'Somos raíces' (Circulo de Bellas Artes, Madrid)
Desde su casa-taller en Pebas, una pequeña localidad amazónica a orillas del río Ampiyacú, estos artistas han construido un universo artístico único que brota del monte y de la memoria oral de sus pueblos. Autodidactas, hijos de artesanos y guardianes de relatos cosmogónicos, sus trabajos se nutren de los ciclos de la naturaleza, los sueños, las visiones inducidas por plantas sagradas y la historia silenciada de sus antepasados.
La herida del caucho
Uno de los ejes centrales de la muestra, recogido en el bloque El país de la goma, aborda la violencia del extractivismo sufrida por las comunidades indígenas por el boom del caucho. Santiago Yahuarcani, descendiente del clan Aimenɨ (Garza Blanca) de la nación uitoto, rescata a través de su pintura la memoria del genocidio cauchero, ocurrido entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, siguiendo los relatos que con tristeza le contaban sus abuelos. Durante ese periodo, decenas de miles de indígenas fueron esclavizados, torturados y asesinados en nombre del progreso.
El refugio que se hizo horno (Santiago Yahuarcani, 2016), es una de las piezas que muestran la herida del caucho en la Amazonía.
Obras como ‘El hombre corazón de piedra, el boom del caucho en la Amazonía en el siglo XX’ (2017), 'El refugio que se hizo horno' (2016) o ‘Cacería de huitotos’ (2016) narran algunos de estos dramáticos episodios, dando voz a esa otra versión de la historia que ha sido silenciada durante siglos. Las obras de Santiago Yahuarcani en torno a esta temática, no representan la historia, sino que la transforman: figuras híbridas, espíritus atormentados y selvas vibrantes configuran un lenguaje visual cargado de resonancias míticas y denuncia simbólica. Cada trazo es una invocación donde las heridas abiertas del pasado se hacen visibles en el presente, revelando cómo la violencia colonial aún persiste bajo nuevas formas.
Mito, ritual y cotidianidad
En la sección Mitos, rituales y vida cotidiana, la muestra se adentra en la cosmogonía uitoto, donde los mundos del agua, el monte y el cielo están interconectados, un lugar donde lo sagrado se entrelaza con lo cotidiano. Como ejemplo, las dos obras que reciben al visitante a la exposición ‘Somos raíces’, 'Buinaiño, dueña del mijano' (2025) y 'Dueño del mijano' (2024), dos aproximaciones diferentes al mito de Buiñaiño, esa inmensa sirena, mitad mujer y mitad anaconda, que es la dueña de los peces, interpretado y representado desde la sensibilidad y práctica de cada uno de los artistas.
Las obras Buinaiño, dueña del mijano (Santiago Yahuarcani , 2025) y Dueño del mijano (Nereyda López, 2024) en la exposición ‘Somos raíces’ (Círculo Bellas Artes, Madrid)
Para Yahuarcani, pintar no es ilustrar, es actualizar, es continuar la historia. Sus obras no se entienden sin su vínculo con la chacra, la familia y el relato oral. Obras como ‘Preparación para el baile’ (2004) y ‘Elaboración del mangüaré’ (2004) muestran algunos de estos rituales de la vida cotidiana en la comunidad, mientras que ‘Abuela Sacharuna’ (2016) nos acerca a los mitos y leyendas de la cosmogonía indígena.
La práctica artística en su hogar no responde a una lógica individual ni firmada, sino que nace del trabajo colectivo del que participa toda la familia, de la transmisión de saberes de abuelos a nietos, de los cantos, las caminatas por la selva, los cuidados compartidos.
Entre sueños y visiones
Otro de los bloques con más peso en la exposición, Sueños y visiones, recoge obras surgidas de experiencias con ayahuasca y hongos alucinógenos, consumidos desde la juventud como parte de ritos de aprendizaje. Así, Santiago relata su primer encuentro con una de estas visiones, cuando escuchó por primera vez el nombre de Shimimbro, una criatura que hoy habita muchas de sus pinturas: “La primera vez que probé estos hongos, comencé a sentir un viento fuerte que venía hacia mí, mientras me rodeaban miles de insectos, y ahí empezaba a escuchar voces que decían: «¡Shimimbro!, ¡Shimimbro!, ¡Shimimbro!». Entonces, del cielo bajó un insecto gigante, que era el ser al que llamaban esas voces.” Esta criatura hoy forma parte inherente de la obra de Santiago y de Nereyda, y aparece de forma recurrente en piezas como ‘Tres madres’ (2011), ‘Shimimbro’ (2024) o ‘Alegría de shimimbros’ (2024).
Shimimbro (Nereyda López, 2024) y Sin título, de la serie de Sonidos (Santiago Yahuarcani, 2023)
Para el artista, estas visiones no son fantasías, sino formas de conocimiento, maneras de conectar con otras realidades. Obras como ‘Diosa del Sueño’ (2024) o ‘El vuelo del Bamco’ (2023) despliegan un universo onírico donde el arte es una forma de sanación y nos trasladan allí donde los colores vibran, los cuerpos mutan y las voces de los antepasados se hacen visibles.
Detalle de la obra Diosa del sueño (Santiago Yahuarcani, 2024)
Espíritus del monte
En paralelo, y siempre en conexión, encontramos la delicada y poderosa obra de Nereyda López, reunida en el bloque Espíritus. Escultora autodidacta de ascendencia tikuna y cocama, Nereyda recoge semillas, raíces, fibras, cortezas y hierbas medicinales de su entorno para crear máscaras e instalaciones cargadas de energía espiritual como ‘Espíritu de Huancahui’ (2024) o ‘Espíritu de la coca’ (2024).
Máscaras y esculturas de espíritus del monte, obra de Nereyda López
“Cuando camino por el bosque, escucho formas. Las plantas me hablan, los espíritus se revelan (…). Los árboles, las plantas, los seres que habitan la selva son muy valiosos. Cada uno de ellos tiene un espíritu, un dueño, y estos se convierten en parte de nuestro ser”, explica Nereyda. Sus obras, por tanto, no son figuraciones, son presencias. ‘Dueño del Machimango’ (2024), ‘Bufeo Pasharon’ (2024), ‘Dueño del Tabaco’ (2019): cada una de sus esculturas y máscaras representa un espíritu que habita la selva y cuida de quienes la respetan. Su trabajo recuerda que la naturaleza no es un recurso, es un sistema vivo lleno de inteligencias.
Espíritu de Huancahui (Nereyda López, 2024)
Una práctica colectiva y política
La exposición, comisariada por Isabella Lenzi y Rember Yahuarcani, hijo de los artistas, evita intencionadamente las miradas folclorizantes o paternalistas que suelen recaer sobre el arte indígena. En su lugar, da voz a sus protagonistas y propone una escucha activa. ‘Somos raíces’ no documenta una cultura, sino que activa otra forma de pensamiento, de raíz comunitaria, que se opone a las lógicas extractivistas y plantea el arte como vínculo, como ética del cuidado. Esta visión se aleja, como explica su comisario, de “la relación que han tenido los estados latinoamericanos con las sociedades indígenas, que en general, ha sido una relación vertical, violenta y de imposición.”
Detalle de obra de Santiago Yahuarcani
La muestra subraya también el valor del territorio. Vivir en Pebas no es solo una elección, es una afirmación de soberanía, de resistencia frente al olvido. Allí, donde la selva marca el ritmo del día y el canto de los pájaros anuncia el amanecer, el arte se entrelaza con la vida cotidiana. Un entorno privilegiado que no está exento del golpe de la modernidad, que se ve reflejada en originales obras como ‘La fibra óptica en la profundidad del río Amazonas’ (2025).
Una invitación a escuchar
El recorrido que plantea ‘Metrópolis’ por ‘Somos raíces’, desvela un acercamiento sensorial por un universo donde arte, espiritualidad y política se funden. Esta es mucho más que una exposición, es un espacio de reencuentro con otros modos de existencia, donde los relatos olvidados reaparecen con fuerza y belleza. En un mundo herido por la crisis ecológica y la fragmentación, esta muestra nos recuerda que las raíces no son ancla, sino impulso.