En España hay más de 16.000 mujeres que fueron adoptadas en China cuando eran niñas
- Siete mujeres adoptadas en China por familias españolas cuentan su experiencia en Mis ojos de china
- El Gobierno de China no permite las adopciones internacionales desde septiembre del año 2024
* En Portada estrena cada miércoles —a las 22:00 h. en RTVE Play y en La 2— un documental producido por RTVE
"Puta china de mierda, vete a tu puto país" es una frase que un señor mayor dijo en la calle a una niña de 8 años. Tiempo después esa niña, Marta Qin, ha convertido ese insulto racista en un cuadro que ha estado expuesto en una galería de Barcelona.
Mar, Irene y Ana comparten experiencias en un restaurante chino. EN PORTADA
Cuando Marta Qin escuchó los insultos del señor mayor pensó "pero qué está diciendo si aquí no hay ningún chino (…) No sé qué me estás contando. ¿Qué te he hecho yo? (…) Yo no he hecho nada malo, además soy una niña muy buena”. Marta Qin tiene hoy 26 años; nació en la provincia china de Hubei. Su madre la adoptó cuando tenía 3 años, pero no guarda ningún recuerdo de aquella etapa.
Hija de la política del hijo único
La artista Marta Qin posa delante de uno de sus cuadros. Cómo se ve y cómo la ven.
Si buscamos una cifra, Marta Qin es una de las 16.341 niñas chinas adoptadas por familias españolas. Es hija de la política de hijo único, una ley que se aplicó desde 1979 hasta 2015.
“La idea general era obligar a las familias a que tuviesen solamente un hijo”, cuenta Irene Rong González, psicoterapeuta experta en adopción y también adoptada en China. “Al final era algo que intentaban meter a través de todos los medios posibles, a través de anuncios, a través del teatro, juegos, canciones infantiles. Todo lo guay era ser hijo único (…) Esa era la familia ideal”.
Esta norma, que no se aplicó de la misma manera en todas sus provincias, provocó que muchas mujeres se vieran obligadas a abortar en algunos casos; en otros, si daban a luz a una niña, la abandonaban porque en general las familias preferían tener un varón. La razón principal es que el hombre no deja el hogar familiar cuando se casa y la mujer sí, se tiene que ir a vivir con la familia del marido.
“Hubo muchas atrocidades legitimadas, como por ejemplo abortos, esterilizaciones forzadas, multas impagables y hasta confiscaciones de bebés“
“Hubo muchas atrocidades legitimadas, como por ejemplo abortos, esterilizaciones forzadas, multas impagables y hasta confiscaciones de bebés”, asegura Leyao Rovira, activista antirracista. Como Marta Qin, Irene Rong y Leyao Rovira también fueron adoptadas en China y ellas, junto con otras cuatro mujeres más, protagonizan el documental Mis ojos de china del programa En Portada.
30 años de Las habitaciones de la muerte
Todas creen que pasaron sus primeros meses de vida en un orfanato. La política de hijo único desencadenó que muchas mujeres abandonaran a sus hijas, en parques, hospitales o incluso en las puertas de los orfanatos.
Ana paseando con sus padres a las afueras de Montemayor de Pililla, en Valladolid. EN PORTADA
En octubre se cumplen 30 años de la emisión de Las habitaciones de la muerte un documental que grabaron tres reporteros británicos que entraron en China simulando ser trabajadores de orfanatos en su país. Lo que hicieron fue grabar, sin permiso, las condiciones en las que vivían las menores en esos centros, hacinadas, mal alimentadas, sucias y sin apenas personal para cuidarles. La denuncia que hicieron con ese trabajo provocó un aluvión de peticiones de adopción de esas niñas, especialmente de Estados Unidos, Canadá y España.
¿Tú de dónde eres?
“Yo me defino –dice Irene Rong- como una persona adoptada de origen chino”. Llegar a esta conclusión no es nada fácil, porque hay notables diferencias en cómo ellas se ven y cómo les vemos los demás y añade que “cuando voy caminando por la calle no pienso: va una china caminando por la calle, pero sí qué es lo que la gente ve de ti”. Y entonces surge la pregunta que les repiten constantemente: ¿Tú de dónde eres? “Y no se conforman cuando les digo que soy española”, explica Irene Rong.
Irene Rong es psicóloga experta en adopciones. EN PORTADA
Esa diferencia física, marcada sobre todo por la forma de sus ojos, ha hecho que la mayoría sufran racismo en su vida diaria, en la calle, a la hora de buscar trabajo o en el colegio. “Al final yo era como el saco de boxeo de todo el mundo” se sincera Alicia Martínez, arteterapeuta, que dice que ella fue a un buen colegio privado donde sufrió acoso escolar y lo que en realidad necesitaba era ir a uno con gente más multicultural, “pues te preguntas ¿esto porque que pasa a mí?” Irene Rong insiste: “Las personas que no viven el racismo esto no lo ven”.
¿Quién soy yo?
“Yo no me veía china, yo me veía española con ojos azules (…) y actualmente todavía me cuesta hacerme una idea de cómo soy“
El que la gente cuestione si son españolas a ellas les conduce a otra pregunta: ¿quién soy yo? Marta Qin dice que “a los seis años no entendía el tema de adopción y no sabía que tenía una familia biológica. Yo realmente me veía como con rasgos occidentales. Yo no me veía china, yo me veía española con ojos azules (…) y actualmente todavía me cuesta hacerme una idea de cómo soy. Me miro al espejo y no me reconozco todavía”.
Hay importantes diferencias entre ser hija adoptada o biológica. Las adoptadas tienen una serie de necesidades emocionales especiales, requieren unos padres que les den seguridad. “Cuando nacimos —dice Irene Rong— entramos en un mundo de guerra, de batalla, en la que no teníamos un adulto que nos pudiese cuidar”.
La búsqueda de orígenes
La pregunta ¿quién soy yo? a algunas de ellas les ha llevado a buscar a sus padres biológicos. Es el caso de Mar Yue Fortea. Ella desde pequeña estudió chino, y ha viajado bastante a ese país. Una vez, estando allí, decidió visitar el orfanato donde pasó sus dos primeros años y ha llegado a conocer a la persona que la encontró en un parque.
Mar Yue corre maratones y ha aprendido a hablar chino en España. EN PORTADA
Mar Yue reconoce que está siendo muy difícil localizarlos pero tiene muy claro lo que les diría: “en ningún momento he pensado yo en reprocharles nada. Lo que me gustaría, si los encuentro, es agradecerles por haberme dado la vida. Hacerles saber que gozo de salud, que tengo un trabajo y que estoy teniendo una vida muy buena aquí, en España".
Ana García de la Fuente ha pasado la mayor parte de su vida en un pequeño pueblo de Valladolid y tiene claro que sus padres sin condiciones son Félix y Catalina, sus padres adoptivos. Sobre los biológicos comenta que “a la hora de decir ¿quién soy yo? puedes notar una crisis” pero no siente ninguna necesidad de saber nada sobre ellos. “No les tengo rencor y no necesito saber quiénes son, no estoy interesada. No hay ni una parte de mí que requiera saber quiénes son ni por qué lo hicieron para sentirme completa o ser consciente de quién soy”.
Ana Ribes, enfermera de pediatría en un hospital, asegura que la maternidad le ha hecho replantearse cómo fue su abandono. “Ahora, viviéndolo de esta manera, siendo madre, da igual como fuese, que de una manera u otra, duro fue” en relación a cómo tuvo que sentirse su madre cuando la abandonó.
Fin de las adopciones en China
China sufre, desde hace unos años, una baja tasa de natalidad. Ahora al país asiático le faltan hijos. pero las parejas no se deciden a tener descendencia a pesar de que desde 2015 se levantó la prohibición de tener un solo hijo.
Desde septiembre de 2024 China ya no permite más adopciones internacionales. “Se cierra una etapa y sobre todo una generación, porque no va a haber más niñas ni más personas adoptadas de origen chino en España” argumenta Irene Rong, pero concluye “que los niños se queden en su propio país con su propia cultura creo que es lo mejor”.
Fin de las adopciones en China
China sufre, desde hace unos años, una baja tasa de natalidad. Ahora al país asiático le faltan hijos. pero las parejas no se deciden a tener descendencia a pesar de que desde 2015 se levantó la prohibición de tener un solo hijo.
Desde septiembre de 2024 China ya no permite más adopciones internacionales. “Se cierra una etapa y sobre todo una generación, porque no va a haber más niñas ni más personas adoptadas de origen chino en España” argumenta Irene Rong, pero concluye “que los niños se queden en su propio país con su propia cultura creo que es lo mejor”.